Pocas veces en mi vida he conocido a una persona con las ideas tan claras como Rafael Moreno-Mata. Quería ser pintor y ha puesto toda su ilusión, su dedicación, su tiempo y mucho trabajo en lograrlo.
Hay que recordar todo el esfuerzo que ha realizado pasando por las clases de Manolo Hijano y del inolvidable Paco Hernández, cómo ha logrado mejorar en el dibujo, en el tratamiento de los colores, y la cantidad de cuadros terminados que ha borrado por no estar satisfecho con lo que había creado.
Pero esa insatisfacción es la que le ha obligado a mejorar y le va a permitir seguir mejorando. La pintura, como todas las profesiones , tiene una parte de técnica que hay que perfeccionar día a día con insistencia, buscando nuevas soluciones. Pero también tiene otra parte de creación, y eso sólo lo tiene el que posee alma de artista. Moreno-Mata ha encontrado su propio camino, una forma de ver la realidad que es suya y que difiere del resto de pintores. Eso es lo difícil; poder recrear un mundo propio.
Esa creación tan personal no debe interferir con el cuidado de la técnica, en la que se tiene que basar toda creación. Sólo se puede deconstruir lo que está construido, y para ello se debe poseer una técnica depurada.
Con esa técnica ha creado ese juego de colores en los fondos que, sin adquirir un protagonismo excesivo, consigue como resultado que la pintura sea suya, sea característica de su mundo propio. Eso le permite mezclar barnices y pintura para conseguir esos característicos efectos finales.
Consigue además, lograr unos efectos visuales con los colores que en algunos casos van sustituyendo y en otros reforzando el dibujo. El color y el dibujo forman la parte fundamental de su pintura, con la creación como hecho diferenciador de otros pintores.
Faustino Martín, crítico de arte perteneciente a la Asociación Española de Críticos de Arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario